El pasado martes 14 de diciembre se llevó a cabo la disertación “Dostoyevski y el don de la belleza” a cargo de la Lic. Mirta Garro de Martino en la Galería de Arte del Colegio de Escribanos de la Provincia, sala Enrique Mónaco.
La cita se desarrolló con las medidas de protocolo necesarias y con una concurrencia ávida de escuchar y compartir la propuesta, volviendo a la vibración real.
En la misma la Lic. Mirta Garro de Martino se dirigió a los presentes reflexionando sobre la obra de Fiódor Dostoyevski en un nuevo aniversario de su nacimiento.
“La cuestión más importante que examinaré en todos los capítulos de este libro es precisamente lo que, consciente o inconscientemente, me ha hecho sufrir toda mi vida: la existencia de Dios” (A. Gide, Dostoievski a través de su correspondencia 1908, p. 122).
San Agustín sin dudas hace eco del mismo pasaje: «Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, interroga a la belleza del cielo…, interroga a todas estas realidades. Todas te responden: Ve , nosotras somos bellas».
Su belleza es una profesión (“Confessio”). Estas bellezas sujetas a cambios, Quién las ha hecho sino la Suma Belleza (“Pulcher”), no sujeta a cambios? (Serm. 241,2)
«La belleza… es una tremenda y espantable cosa. Tremenda porque es infinita y no se la puede definir, ya que Dios no nos ha propuesto sino enigmas. Ahí las orillas se juntan, ahí todas las antítesis viven resueltas. Yo, hermanito, soy muy inculto: pero en esto he pensado mucho. Tremendamente hay muchos misterios. Demasiados enigmas surgen en la Tierra del hombre. Adivina, si sabes, y sal junto del agua. ¡La belleza! Por eso no puedo sufrir que algunos hombres de corazón superior y de gran talento, empiecen por el ideal de la Madona y terminen por el ideal de Sodoma. Todavía es más tremendo aquel que, ya con el ideal de Sodoma en el alma, no reniega también del ideal de la Madona y su corazón arde por él y de veras, de veras arde, igual que en la niñez, en los años inmaculados. No: amplio es el hombre, hasta demasiado amplio: yo lo habría hecho más angosto. El diablo sabe lo que en el fondo es. Lo que la inteligencia le parece ignominia, al corazón se le antoja belleza. En Sodoma, ¿hay belleza? Creo que también en Sodoma la hay para la inmensa mayoría de las gentes… ¿Conocías tú o no ese secreto? Pavoroso es eso de que la belleza no sólo sea terrible sino también algo misterioso. Ahí el diablo lucha con Dios, y el campo de batalla es… el corazón del hombre. Aunque por lo demás, aquel a quien le duele, es que de ello habla».
Dostoyevski. F. “Los Hermanos Karamasov” Libro III – Dimitri Karamasov.