El Diario La Voz del Interior, en la sección Artes Visuales de su suplemento cultural Vos, se hizo eco de la Muestra Homenaje «Horacio Álvarez en Trejo y 27. Córdoba, barrancas y barriadas», que desde el 9 de noviembre se exhibe en la Galería de Arte del Colegio de Escribanos de la Provincia de Córdoba – Sala «Enrique Mónaco».
En dicha nota, la periodista Verónica Molas repasa la trayectoria de este artista fundamental del arte local. A continuación, compartimos el texto de dicha nota cuya versión original puede leerse y consultarse en el Suplemento Vos, Sección Artes Visuales, de la edición del lunes 4 de Diciembre del diario La Voz del Interior.
LOS MÁRGENES DE HORACIO ÁLVAREZ
Obras del Museo Horacio Álvarez, en su mayoría nunca exhibidas del artista se pueden recorrer en una muestra que este espacio presenta en la galería de arte del Colegio de Escribanos.
Es necesario ver sus dibujos, hoy más vigentes que nunca. Llegan al centro las imágenes de un artista fundamental del arte local. «Horacio Álvarez en Trejo y 27. Córdoba, barrancas y barriadas» se titula la imponente exposición que le dedica como parte del ciclo de intercambios expositivos la Galería de Arte del Colegio de Escribanos (Obispo Trejo 104, esquina 27 de Abril) en calidad de anfitriona del Museo Horacio Álvarez, espacio con sede en el barrio Cerro de las Rosas (Félix Garzón 2075). Teresita Markmam, artista que ha ejercido también la docencia, y esposa de Horacio Álvarez (1912-1999) lo organizó como museo de autor, a la vez que archivo de información referenciada para conocimiento de su legado y de un momento particular de la plástica cordobesa.
La muestra se define como una narrativa de Córdoba, sus barrancas y la barriada, sostiene Miriam Brussa, a cargo de la galería de Escribanos. El dato relevante: varias de estas obras se exponen por primera vez. Señala Brussa: «En el recorrido podemos apreciar dos funciones claves del dibujo, atrapar la realidad, y develar como se siente y percibe esa realidad». Álvarez documentó en su obra la ‘humanidad doliente’, palabras que el artista utilizó para conceptualizar su trabajo», agrega Brussa.
A Teresita Markman le pareció acertada la idea de llevar al centro obras que retratan la barranca, el barrio y sus personajes, porque «estos temas, fueron recurrentes en la obra de Horacio, él quiso dejar un registro del vecindario y del paisaje que habitaban, y decidió hacerlo a través del dibujo, porque según sus palabras, no quería que el color distrajera la atención sobre los personajes».
Patrimonio público
«Desde el año pasado, a través de una donación de 562 obras y 40 cuadernos se han incorporado a la colección del Museo Caraffa, a través de la firma de un convenio de comodato con la Agencia Córdoba Cultura, que me permite conservar y seguir mostrando la obra previa autorización», afirma Markman.
El Museo Horacio Álvarez, inaugurado en 2010, recibió muchos apoyos para su divulgación y se va conociendo muy lentamente, dice Teresita. «Si bien son muchos y diversos los grupos que visitaron y utilizan el espacio_reflexiona_, aún no se dimensiona la importancia de un museo de autor, sobre todo desde el punto de vista pedagógico». Y espera que se «tome conciencia del aporte al conocimiento que representa este patrimonio y los actores educativos lo incorporen a sus proyectos».
«El proyecto inicial se ha enriquecido, no sólo se conocen las obras expuestas y el taller del artista, también se utiliza como archivo de consulta por investigadores, a ellos les debo esta función agregada», rescata Teresita, que al poner en marcha el museo quiso devolver lo que recibió a través de la educación pública.
La obra de Horacio Álvarez es sin dudas un hito en la plástica cordobesa, sostiene a su vez Jorge Torres, director del Museo Caraffa y pintor: «Desarrolló una imagen personalísima, sensible y verdaderamente consustanciada con su ética personal». Torres destaca que Älvarez retrató sus personajes «sin exotismo, con la ternura de alguien que se siente comprometido con una idea de arte como un medio capaz de generar transformaciones concretas». A través de «líneas sensibles, manchas y texturas», agrega, el artista retrató con «fuerte carga expresiva» las márgenes de la ciudad en las décadas del ’40 y ’50, a través de sus habitantes: «enanos, lavanderas, niñitos, perros y gatos, mendigos, músicos, prostitutas y bailarinas». Y así trajo a nuestra mirada sus «recuerdos de infancia y lo que quedaba de las barrancas cordobesas, una realidad que solía quedar afuera».
EL DATO
«Horacio Álvarez en Trejo y 27. Córdoba, barrancas y barriadas». La muestra del Museo Horacio Álvarez en la Galería de Arte del Colegio de Escribanos (Obispo Trejo 104.) se podrá recorrer hasta el 14 de diciembre, de lunes a viernes de 10 a 16. Entrada gratuita.
Perfil
Horacio Álvarez nació el 4 de setiembre de 1912 en Villa del Rosario, Córdoba. En los primeros meses de 1922, su familia se mudó a esta ciudad, lugar donde vivió y desarrolló toda su obra. Falleció el 30 de octubre de 1999. En 1928 ingresó a la Academia Provincial de Bellas Artes Dr. José Figueroa Alcorta, retirándose al cabo de tres años sin completar su ciclo de estudios, ya que su temperamento y forma de expresión, no se amoldaron al régimen de enseñanza. Ilustró revistas, fue caricaturista del diario Los Principios y junto a otros artistas plásticos, conformó un equipo que trabajó en la ejecución de paneles y figuras decorativas para distintos eventos. Ejerció la docencia en escuelas primarias, en la Escuela Provincial de Cerámica Fernando Arranz», en la Escuela Provincial de Bellas Artes Dr. José Figueroa Alcorta y en la «scuela de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba. Realizó muestras individuales y colectivas en Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y La Rioja. Participó en salones nacionales de San Juan, Buenos Aires y provinciales de Córdoba. La mayor parte de su obra es Patrimonio de la Provincia de Córdoba, al incorporarse a la colección del Museo Caraffa. Otras obras integran las colecciones de los museos Genaro Pérez, de Arte Religioso Juan de Tejeda; Franklin Rawson de San Juan, Rosa Galisteo de Rodríguez de Santa Fe; de Bellas Artes de la Rioja, Fernando Bonfiglioli de Villa María, y numerosas colecciones privadas.
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