Por Daniel Ruiz, presidente del Colegio de Escribanos de la Provincia de Córdoba

Un nuevo aniversario de la creación de nuestro colegio profesional es una oportunidad propicia para ratificar el concepto de fe pública, el valor del instrumento notarial, el sentido de la función del escribano y su importante rol en la justicia preventiva. En definitiva, en su finalidad de brindar a la sociedad las garantías para el logro de la seguridad jurídica plena.

Nuestra responsabilidad nos lleva a mejorarnos en la calidad del trabajo y a dejar sentado el compromiso de una permanente actualización jurídica, para una mejor labor y propender a una mayor seguridad jurídica.

En momentos en que parece existir una suerte de hipertrofia de derechos y una crisis de deberes, reafirmamos nuestra vocación de participar responsablemente en los asuntos que hacen al interés general.

En estos tiempos, es necesario responder con la imagen posible, en continua creación, de una sociedad nueva y superadora, que gira armónicamente, entre los derechos individuales y las obligaciones sociales.

Los deberes son los que sostienen a una sociedad, los que ligan a los hombres entre si. Donde al derecho no le corresponda un deber, lo torna en privilegio, y una sociedad de privilegios y de privilegiados, es una sociedad injusta.

Junto a la historia de Córdoba

Desde que en 1573 don Francisco de Torres, en nombre de Su Majestad, cumplió la orden de don Jerónimo Luis de Cabrera y redactó el acta de la fundación de Córdoba, el escribano acompaña la historia de nuestro pueblo.

Llegó 1917. Un 26 de abril, en la notaría de Manuel Florentino de Allende nace el Colegio de Escribanos de la Provincia de Córdoba, con Feliciano Peralta como presidente.

Pasó mucha agua bajo el Suquía hasta hoy, cuando el Colegio se ha convertido en una institución de prestigio en la comunidad por su papel en la defensa de la seguridad jurídica de los cordobeses.